Final y renacimiento, el ciclo de la vida.

Una vez más se encontraba a las puertas del invernadero, habia sido uno de esos días serenos en los que el trabajo no habia abundado y Mitsuo se habia permitido tomarse un buen rato libre para hacer lo que más le gustaba...recorrer las verdes hectáreas y cuidar de la flora en general. El invernadero no necesitaba mucho cuidado, ya habia personal encargado que manejaba dichas tareas, pero para Mitsuo el hacer aunque sea un mínimo movimiento de la tierra de las plantas o regar las flores se convertía en una terapia relajante.

Abrió la puerta vidriada del invernadero y se adentró, todo estaba sumido en silencio absoluto y el sol brillaba con tibieza calentando el lugar, un pequeño mundo perfecto encerrado entre cristales. El director caminó entre las filas de plantas: Lilas, margaritas, rosas, lavandas, todo tipo de plantas adornaba el lugar en una hermosa armonía de color natural.

Mitsuo se inclinó frente a las rosas y aspiró suavemente su dulce fragancia mientras extendía su mano y tomaba un spray con agua para rociar las flores, al parecer las únicas que necesitaban un poco de hidratacion. El joven de cabello azulado sonrió satisfecho y se incorporó estirando un poco su cuerpo, listo para proseguir, puesto que a medida que avanzaba, su cuerpo parecía pesar más y más, como si se negase a seguir y Mitsuo sabía exactamente por que.

Al final del invernadero, en la pared más alejada se encontraban tres preciosos y amplios girasoles, emergiendo con orgullo de entre toda la flora, apuntando directo al sol buscando su calor. Al llegar junto a ellas, Mitsuo suspiró mirándolas fijamente, tras ellas se encontraba bastante oculta por el follaje una pequeña placa dorada en la que podía leerse:

"En memoria de ............... por ayudarme a extender mis alas y llegar a la cima de mis sueños, prometiste dar tu vida para cumplir los míos, y lo hiciste, prometí dar mi vida para cumplir los tuyos...y volaste lejos mio antes de cumplir mi promesa, la luz de tus ojos y de tu fuerza nunca será olvidada."

Mitsuo ladeó la cabeza, el nombre de "ella" estaba borrado de manera misteriosa, como si quisiera nunca más ser mencionado, curiosa era la manera en que el destino se manejaba, era hora de aliviar los dolores y dejar atrás la pena...encontrar ese nombre borrado era un mensaje premonitorio, que él debía escuchar. -Hola...solo pasaba por aquí, veo que creces fuerte, orgullosa...tal y como siempre.- Dijo el director sonriendole a la planta, sosteniendo el spray y rociándola cuidadosamente.

Habia pagado sus respetos a esa persona, por supuesto que "ella" no estaba descansando en ese lugar, esa placa conmemorativa no era más que un "regalo" del director para que no pudiese ser olvidada, para recordarse a si mismo que todo lo que habia hecho y alcanzado, se debía al trabajo en equipo y esfuerzo, no habia espacio para el egoísmo.

Sonrió más tranquilo y buscó en el bolsillo interno de su abrigo, tomando su caja metálica, abriendo y sacando un poky, dejándolo pender de la comisura derecha de su labio, relajándose al sentir el sabor del chocolate en su boca, en ese momento los recuerdos se alejaron y pudo simplemente dedicarse a contemplar las flores en completa calma.

La muchacha se paró delante de la puerta del invernadero, se rascó la cabeza y observó hacia adentro, el estaba ahí como siempre, a veces se preguntaba el porque siempre le correspondía a ella llamarle la atención, después de todo el era un director, si los alumnos lo encontraban por ahí merodeando se formaría un gran tumulto y no quería darle más problemas a Miss Angeline. Tomo un poco de aire y abrió la puerta del lugar sin hacer ruido, el estaba hasta el fondo, regando las plantas...girasoles...

Se detuvo por unos segundos pensando bien lo que estaba haciendo, había abandonado su vida como maid tanto por lo mucho que tenía por aprender como por evitar seguirle viendo tan seguido, la relación entre una maid y Marcus sería un escándalo...al igual que la relación entre una simple secretaria y el director de la academia de al lado. Sus labios medio abiertos buscaron las palabras correctas para llamarle la atención al hombre de azules cabellos. -¿Otra vez en este lugar? No debería estar haciendo eso, su ropa de trabajo podría mancharse-, dijo suavemente la muchacha mientras caminaba acercándose aún más a el, quedando a su lado izquierdo. Hecho una pequeña mirada hacia los girasoles que el estaba regando, entonces pensó en los que descansaban fuera de su habitación. -Los que estoy cuidando están tan grandes como estos...-las emociones no servían de mucho en su trabajo por lo que su rostro se había vuelto un muro de concreto casi impenetrable, sus ojos pestañearon un par de veces y miró el rostro del que alguna vez fue el Marcus que movía todo su mundo.

-Señor director, debería regresar antes de que su secretario pierda la cabeza buscándolo...-murmuró suavemente mientras sus cabellos sueltos se mecían bajo la suave brisa que entraba por la puerta hacia dentro del invernadero, en esta ocasión iba vestida con el traje negro de "asesino" que los alumnos de St. Marcus se habían encargado de apodar, a pesar de el sol que había el cuerpo de Chrome era extraño dentro de su categoría, su temperatura casi siempre se mantenía baja, a menos que el calor fuera fulminante claro está. El como siempre estaba comiendo aquellos dulces de chocolate...quizá por esa razón había comenzado a cocinar dulces...porque a el le gustaban...

Movió su cabeza observando nuevamente los girasoles, sus manos se cerraron suavemente en un puño buscando nuevamente la tranquilidad en aquél lugar cubierto por la más bella vegetación.

Esa voz...inconfundible no importaba donde la escuchase ni entre cuantas personas alrededor resonase, inconfundiblemente sabia que sería ella, la secretaria de la directora "Angie". Movió apenas la cabeza y la miró, la "asesina" injustamente apodada por los alumnos se encontraba a su lado, con esa expresión impenetrable que a muchos asustaba, sin embargo Mitsuo sabia que era lo que se ocultaba detrás, y no era nada desagradable o digno de esconderse.

-si no podemos impregnarnos un poco de la vida fuera de nuestros trabajos, para que vivimos?...la ropa se lava, pero estos pequeños momentos, nadie nos los podrá quitar...no lo cree?- Preguntó completamente erguido, manteniendo los brazos a los lados de su cuerpo, en un claro gesto corporal de apertura y serenidad, le gustaba hablar con esa señorita de aspecto y expresiones severas, quizás por que sus historias eran demasiado parecidas, la cara opuesta de la moneda en la vida de los dos. Entendió por el segundo comentario de Chrome que se refería a las plantas, según sus dichos, debía suponer que tendría unos girasoles solo para ella, un gusto tierno para quien se suponía debía asustar al cuerpo estudiantil.

Sonrió alegre y volteó completamente para enfrentarla, mirándola directamente, con sus orbes penetrantes, pacíficos y firmes. -Me alegra escuchar eso...dicen que los girasoles son flores positivas y llenas de energías, siempre se mueven buscando el sol.- Explicó brevemente, reparando en mirarla discretamente de pies a cabeza, ese atuendo le sentaba bonito, aunque Mitsuo estaba seguro que algo más de color y un poco menos de tela harían que su belleza floreciese como una rosa.

-Disculpe...no pretendí causarle problemas...siempre está aquí para llamarme la atención, es usted mi ángel guardián.- Dijo con dulzura, sonriendo e inclinando un poco su cuerpo hacia adelante, acercándose un poco más a la bella secretaria -Creo que mi buen secretario agradecerá que me haya ido un rato, he estado dándole ordenes toda la mañana, pero el trabajo a amainado, un poco de paz...- Le guiñó un ojo a la señorita frente a ella y dijo solo unas palabras más, buscando ampliar su conversación con Chrome, lo atareada de la vida de ella más el hecho de que no era super comunicativa hacían para Mitsuo que cada ocasión en la que pudiese verla, tratase de saber más y más sobre ella... después de todo...ella era enormemente parecida a....

-Cual de todas le gustan más?...quiero decir...cual es su flor favorita?- preguntó de la nada, no queria molestar demasiado a la señorita con tantas preguntas y cuestiones, pero la espontaneidad y carisma del director le llevaba a ser de esa forma, para bien o para mal.

Escucho con atención cada palabra que el pronunciaba, era cierto, observar aquellas flores mecerse al viento con tanta libertad le llenaba de energía cada día, podía decir que se sentía como ellas, aparentemente libre pero atada desde sus raíces al mundo que le rodeaba. Atada a los recuerdos que no le permitían encontrar a un nuevo "compañero".

Negó con la cabeza antes las palabras de el, -No es ninguna molestia venirle a buscar...además, la señorita Angeline me dejó dar un pequeño paseo antes de volver al trabajo, aunque ya sabe, no puedo dar un paso sin que algún alumno se me quede mirando...y con respecto a lo de ángel guardián, es extraño que me llame así cuando los alumnos me tienen apodada como una "asesina"-, al moverse el un poco hacia ella, la muchacha dio un paso hacia el lado, recuperando la distancia que antes tenían, -La paz no existe en este lugar...al menos no la verdadera paz...aunque usted y Angeline-sama se lleven bien, he visto a muchos alumnos de ambas escuelas rivalizar.-

La pregunta le sorprendió un poco, aunque se mantuvo imperturbable, aún mirando los girasoles y con una pequeña sonrisa en sus labios -casi imperceptible- respondió- Creo que mis flores favoritas son sin duda los girasoles...y los tulipanes...-volvió a recordar como cada mañana antes de irse a la oficina de maestros, regaba las plantas que descansaban fuera de su habitación, aquellos girasoles eran el último recuerdo que tenía de la persona que le había hecho llegar hasta aquí, aquél hombre que ocupaba el cargo de Marcus en el pasado...y que hoy en día era un brillante director. Sin duda era un bonito pasado para recordar...pero solo eso, ya no eran estudiantes, ahora trabajaban en la institución que los había criado a ambos. Volvió a observar al hombre y con algo de curiosidad, preguntó -¿Puedo saber porque me pregunta aquello?-.

-Las rivalidades son comunes entre los jóvenes... créeme no hay mejor manera de que dos personas se conozcan que con una buena discusión, medirse, decirse cosas hirientes, alejarse y luego pensar en quien te lastimo...hace que vuelvas a acercarte, a pedir disculpas...y así es como nace la amistad, el amor...es un principio de la vida, los seres humanos somos así.-

Explicó desviando la mirada una vez más hacia los girasoles al ver el gesto defensivo de Chrome, mil veces se habia cuestionado quien era esa chica en verdad, por que era tan parecida a su maid...pero de algo estaba seguro, ella no podía ser la misma mujer, su maid habia muerto...o eso e habían dicho, desaparecido tras la ultima batalla que le convirtió en Marcus...ella no podía ser.

Sin embargo, una vez más la respuesta que Chrome le daba le acercaba más a ese pensamiento que él negaba, tenia también ella el mismo gusto?, sus flores favoritas eran de hecho los girasoles y tulipanes, en el pasado, en sus tiempos de estudiante, Mitsuo se mantenía maravillado en silencio mientras veía a su maid contemplar y cuidar de esas flores, hablando de lo bellas y delicadas que ellas eran.

La mirada del director se volvió algo melancólica, con una sonrisa que ocultaba un pensamiento perdido en la lejanía del tiempo, estar cerca de esa chica le devolvía la sensación que su maid emitía por igual, esa sensación que se habia perdido en la cotidianidad del vivir.

-Ya veo...así que girasoles y tulipanes...si, son flores realmente bellas, yo aprendí a admirarlas tiempo atrás, podía perderme horas junto a esa persona simplemente mirándolas, lamentablemente ese tiempo de libertad y despreocupación ha desaparecido, solo puedo pasar de tiempo en tiempo a cuidar de ellas...al menos puedo negarme a perder eso-

Volteó a mirarlas y respiró hondo, recuperando la compostura tras la puñalada de recuerdos directo al corazón que habia recibido. Agitó su cabeza suavemente y miró hacia la puerta, dando pequeñas mordidas al bocadillo que tenia en la boca. -Bueno...creo que eso es todo...volvemos?, la acompañaré hasta la puerta, si las alumnas me ven entrar a la academia se armará tamaño revuelo.-

No alardeaba de narcisista, pero tampoco podía considerarse un muchacho desagradable a la vista, de hecho habia recibido un par de cartas de amor de promiscuas jovencita, a las cuales nunca habia respondido por supuesto, su corazón yacía enterrado con su maid y nunca más nadie lo quitaría de ese féretro.

-Solo me tienta el pensar lo irónico que es el destino... torturándome de formas extrañas...bellas...pero dolorosas.- Agregó brevemente, mirando a Chrome con cierto cariño fraternal, como compañera de trabajo y con la nostalgia de ver a un ser amado en el reflejo de alguien más, a eso se refería con tortura, con belleza. Caminó hasta la puerta del invernadero y abrió la puerta acompañando el movimiento permaneciendo junto a ella, esperando que la secretaria la atravesase, manteniendo su toque caballeroso que jamas perdería.