EL GATO NEGRO/ cafe

Es sin duda un lugar raro, afiches viejos de cine decoran el lugar, es lo que parece más un viejo cine adaptado a servir como cafetería incluso las sillas son las viejas butacas y alguno rumoran que una de las salas aun funciona y proyecta la películas mas raras viejas y extravagantes, incluso algunas prohibidas...

Todo el lugar huele a café y palomitas de maíz, incluso el aroma de los cigarrillos de algunos comensales se pierde por completo entre la media luz y la sutil charla. Y ahí en el fondo del café el Gato Negro una silueta conocida esperando sentada en contraluz, con un porte muy sofisticado y con una mirada distante, la que algunos describirían salida de la noche misma y era evidente que se trata de Alex, esperando impaciente por la demora de su acompañante por casi dos horas.

Es la mirada de un diablo tengo absoluta certeza.

Dinah llega al sitio designado para la reunión con su Amo. Ha tardado mucho más de lo esperado en encontrar el pequeño café oculto entre la multitud de anuncios enormes y luminiscentes de las calles.

Al entrar, ella aún jadea un poco, aunque de manera disimulada y en un volumen casi imperceptible. Sólo el modo en que su torso se expande y contrae baso su uniforme, al igual que el ligero tono rojizo de la piel de su rostro revelan la profundidad de su agitación.

Sus ojos se ajustan a la penumbra existente dentro de la pequeña cafetería, encontrando primero la siluelta de su amo, distinguiéndolo por su porte elegante y su largo y oscuro cabello.

Ella camina con pasos ligeramente vacilantes hacia él, temiendo que su tardanza resulte imperdonable. Es la primera orden que cumple en su servicio, y fallar no está en sus expectativas.

Es sólo cuando logra distinguir el rostro y la mirada de su Amo que sus temores se hacen presentes en toda su expresión. Aquella mirada aterradora, el gesto serio y el reproche firme presente en la dureza de sus facciones.

Dinah se acerca a él de todas formas. "No hay nada más que hacer ahora, estoy aquí y él también lo está... que pase lo que tenga que suceder..." ella piensa mientras tímidamente se coloca a su lado, rehuyendo su mirada, todo en su lenguaje corporal expresando una actitud de humilde disculpa.

"Debo haber tardado demasiado... el tiempo que he pasado encerrada en la academia, sin salir más de lo indispensable, me ha traído el contratiempo de no conocer los sitios que mi Amo pudiese querer visitar... debo corregir eso de inmediato. He de saber, al menos, qué es todo lo que se encuentra alrededor de la Academia y cómo llegar a cada sitio sin tardanza." Piensa ella para sus adentros, mientras el silencio de su Amo le atromenta.

La negra silueta de ojos aún más obcuros, dice mientras estira su mano para acariciar la cabeza de la joven. -La primer regla entre nosotros es la confianza pronuncio entonces, acercandoce tanto a al cansada chica, tanto que prácticamente sus rostros se tocaban y con el esbozo de una sonrisa el continuo de una forma calmada y lenta: -Este es el lugar que entiendo más cercano de mi mundo, es una pequeña visión de mi forma de comprender las cosas-. Era difícil entender que decía le Frances ya que su expresión corporal un poco distante y fría contrastaba con la calidez de sus caricias para Dinah, de forma suave y rítmica su mano recorría su cabeza, redibujando el esbozo de su cabello.

-Quiero que confíes plenamente en mi, así que pídeme algo que pueda darte, así sabrás que incluso en mis momentos más lejanos de ti, sigo y seguiré siendo tu aliado-. Alex no mentía era completamente honesto y esa veracidad podría sentirse a través de sus manos, ¿seria esto muy difícil para ella?¿ quizá aún no estaba acostumbrada a que su Amo la tocará?¿quizá ni siquiera otro hombre la había tocado así? pensó por un instante, pero sonriendo un poco más el simplemente pregunto de nuevo, -¿aún quieres ser mi Maid?-

Dinah estaba sonrojada como un tomate. Era tan cálida la cercanía se su Amo y tan súbita, que hasta parecía íntima.

Y, sobre todo, no parecía realmente molesto.... ¿O acaso era todo esto un engaño?

Dinah tragó saliva por un momento, sus ojos color esmeralda parecían tener un ligero brillo, cual si fuesen dos cristales bañados en una fina capa de agua cuando miraron los negros ojos de su Amo. Aquellos eran dos profundos abismos en los que ella podía perderse con facilidad... divagar sin fin en su oscuro y enigmático misterio, en aquella forma en que miraban, diiéndolo todo y a la vez, nada.

Le tomó un momento articular palabra, pero después de un gran esfuerzo, lo logró, no sin antes recordarse mentalmente todas aquellas cosas que eran importantes en una Maid para servir a su Amo.

Alex sama... el pronunciar su nombre era algo que hacía por primera vez, el sonido de tales palabras creaba ya en ella la sensación de un vínculo... y éste le agradaba. No es necesario le pida nada. Soy su Maid para complacerle hasta en su más mínimo capricho y asistirle en todas sus necesidades. A continuación, hizo una profunda y humilde reverencia ante él. Mi vida está a su servicio, y es mi deseo que esto sea como es. Ella quedó en silencio, esperando la respuesta de su Amo.

Mientras esto sucedía, en su mente corrían atropellándose una idea tras otra."Ten calma, él es tu Amo y debes mostrar decoro en todo momento, no dejes que esto te afecte....", "Pero ¿qué demonios?, cómo es que está tan cerca de mí?", "Tiene ojos hermosos y profundos...", "¿qué acaso nadie le ha dicho que hay algo llamado espacio personal y que no es bien visto traspasarlo... y peor aún, en público?", "¡Qué gentil y cálido es el contacto de su mano, qué cariñosas y sinceras sus caricias!", "Recuerda esto, es importante lo que acaba de decir: La primera regla entre nosotros es la confianza", "Esta es una extraña primera regla... ¿Será que su servidumbre alguna vez le ha traicionado?", "Sería inusual que un Amo esperase que su Maid confiase en él.", "No se supone que una Maid le pida algo a su Amo, jamás... Es el Amo quien pide de la Maid y es ella quien obedece", "¿qué puedo yo pedir de alguien a quien apenas conozco?", "Es un chico bastante extraño, pero igual sigo creyendo que necesita una Maid, por alguna razón, o de lo contrario él no habría solicitado ninguna... y no soy el tipo de chica que se rinde por cosas como ésta, por inusuales que sean.", "¡Y claro que quiero seguir siendo su Maid, si apnas estamos empezando!", "¿Acaso es que él espera que me rinda tan pronto?", "¿Será que él tiene tan pocas expectativas de la gente?"

Los nervios y la pena la devoraban por dentro, tanto que casi podía sentirse en su piel la manera en que su cuerpo, en contra de su voluntad, temblaba ligeramente y con rapidez a causa de este embate emocional y su fuerza, aunque luchaba con determinación (al menos en su interior) por dominarse.

En un tono muy dulce y hasta protector el misterioso joven sonrió como si ella hubiera respondido a sus deseos, hasta me atrevería a decir que así es, movió entonces su afilado rostro muy lentamente hacia la frente de Dinah y en ella con mucho cariño sembró la semilla que se convertiría en un beso tan delicado, que parecería como si temiera que el mero rose del aire pudiera quebrarla en miles de trozos de irreparable cristal. Con sus labios en ella dijo -No tengas miedo, prometo hacer todo lo posible por evitar hacerte daño- su mirada clavada en las obras se distancio tanto como miles de años luz, y en esa eterna negrura se quedo mientras una lagrima recorrió apenas su rostro. -Sin embargo debo advertirte mi querida Dinah que nos aguardan tiempos difíciles- El no mentía era su regla única para si mismo, y tenía un plan para poder cambiar las cosas que consideraba mal en esta escuela.

Un aire revolucionario envolvía el lugar y podía respirarse incluso en el pesado aroma del gato negro. Este es sin duda un lugar para una conspiración, pero ella tendría la fuerza? después de todo ambos iban a cruzar un calvario, su estadía en este internado seria literalmente un camino de espinas antes de conseguir el premio.

-Quiero que sepas que a mi lado solo hay dolor, pero nunca lo hare sin un motivo mas grande que mi puro placer, por lo tanto la segunda regla es que cuando termine el internado podrás pedirme un deseo y yo lo cumpliré gustoso sin chistar-

Era una promesa muy grande, que este joven triste decía sin un dejo de duda, como todo aquello que hacía, ¿quien es y que quiere? son dudas siempre a su alrededor, dudas que el mismo disipaba de su mente contemplando la belleza de su maid y permitiendo que fantasías lejanas invadieran su mente para mitigar su propio dolor

Las palabras de su Amo asustaron a Dinah. En su espontaneidad y curiosa forma de proceder (por no llamar excentricidad) "Mi Amo es ciertamente extraño... debo tener cuidado.. creo... creo que él es capaz de todo, jeje. Quizás sea divertido." pensaba Dinah en la privacidad de su mente, mientras inmóvil y suave, incluso gentil, permitía que su Amo se expresase.

El cálido y expresivo contacto de su Amo la deshacía... era como si él supiera cómo derretir su gélida y firme defensa, adornada de gentileza y calidez. Eso la asustaba.

Mas Dinah se cuidó muy bien de guardarse para sí sus pensamientos e incluso sus impresiones. En vez de ello, su rostro tenía un dulce gesto de ternura, mientras se dejaba rodear de un calmado silencio.

Una vez que su Amo hubo terminado su pequeño discurso, ella respondió. "Las reglas de mi Amo han de quedar grabadas en mi memoria y serán cumplidas según su voluntad. No habrá momento en que no cuente con mi apoyo y ayuda si así lo necesita y es lo que mejor le conviene, pues es mi deber ver por su bienestar."

Terminó su frase con una nueva y ligera reverencia, colocándose de pie a su lado, justo un paso detrás de él, donde una Maid debía estar. Cerca para asistirle, mas siempre consciente de su propio sitio inferior al de él. Él es quien debe brillar y aparecer en público, la Maid es la dulce y silente sombra que se ocupa de que todo sea perfecto y a gusto de su Amo.

Por un breve instante, ella misma pudo sentir sobre su ser aquella brisa que anuncia el cambio, fresca y ligera, de las que hielan hasta los huesos. Esta vez, todo en ella sería puesto a prueba, y ella no se retiraría de tal reto.

Los proyectores se encendieron y los rodillos de filme giraron, los clientes del Gato Negro salían por la puerta o buscaban la función de media noche, esa función misteriosa sin nombre ni anuncio en la cartelera del lugar.

El salón principal de ese viejo teatro, que recordaba sus buenas épocas con su aroma a café se convirtió a poco en un obscuro recinto donde solo Alex y Dinah permanecieron en la mitad de prácticamente solo recuerdos.

Sorbió su ultimo trago de café antes de mirar a verle honestamente ya que no le había perdido de vista ni aún estando a su espalda, usaba un viejo truco que su viejo compañero de sparring le enseño, se levanto de súbito y golpeo la mesa con sus palmas abiertas para hacer un sonido hueco y que llenara la habitación.

-¡Quiero que seas la joya de mi corona!-

De nuevo, un sobresalto. El nuevo y más reciente estallido emocional de su Amo la tomó -como siempre- por sorpresa.

Dinah dió un pequeño salto en su sitio, una casi inaudible y corta exclamación escapó de sus labios antes de que pudiese evitarlo, después de lo cual solo pudo recobrar la compostura.

Aunque estaban solos en aquel extraño café, el comportamiento de su Amo le parecía extrañamente apasionado. ¿Cuántas extrañas y curiosas pasiones guarda mi Amo en su interior?, ¿Es acaso alguna represión lo que lo lleva a actuar así?, ¿Qué quiere decir con eso de que quiere que yo sea la "joya" de su "corona"?... esto me huele a peligro, aunque no sé bien porqué...

Aquellos eran los pensamientos de Dinah al mirar a los ojos de su Amo, silenciosa, una leve expresiín de desconcierto dibujada en su rostro... quizás se permitía tal lujo por la curiosa privacidad de la que disfrutaban en aquel momento....

"La función de Media Noche!... Rayos!!... hay que volver de inmediato al colegio!... nos hemos retrasado demasiado!!...que horror!!!...

La alarma interna en la mente de Dinah la sacó de su Asombro. En un tono dulce, aunque demostrando su urgencia, le habló a su Amo.

"Alex sama, es tiempo de volver, ya es tarde. Recuerde que hay reglas que seguir, entre ellas el toque de queda."

Conjuró la mirada más dulce y suplicante que el decoro y su posición le permitían, absteniéndose de tomarle de la mano y tirarle de ella suavemente.

...solo espero que me haga caso... parece del tipo rebelde, aunque quizás me equivoco al juzgarlo...

El rostro de Dinah parecía sereno, mas su mirada, como siempre, delataba su inquietud. No era del tipo que temiera a las reglas, o que no las hubiese desobedecido alguna vez... pero en esta ocasión, éste era su deber, su responsabilidad. De cómo se comportara y resolviera este tipo de situaciones dependía su propia opinión de sí misma y la tarea que había decidido elegir para probarse a sí misma.

Es un paso importante, y ella debe llevarlo a cabo, del mejor modo posible.

Es mirada era irresistible se necesitaba ser un desalmado para no ceder ante las peticiones de su dueña y Alex no era ajeno a su poder, suspiro un poco conmovido y se acerco a la joven para acariciar de nuevo su cabeza, y en un solo movimiento deslizando uno de sus dedos muy lentamente por su frente y deteniéndose justo en la punta de su nariz...

-Dinah Lune je no es que me importe saltarme esa regla, pero hoy voy a ceder por que lo pides tu, sin embargo ya regresaremos otra vez y te prometo veremos esa función-

Se acerco a la puerta y miro hacia adentro de verdad no quería dejar ese lugar, peor no estaba interesado en importunar a su joven acompañante, no por ahora, era necesario ganar su confianza, era vital para llevar a cabo los verdaderos deseos de su alma...

Era una noche clara y con luna que algunas veces se escondía detrás de las nubes que eran movidas por el frió viento que auguraba un largo invierno.

Alex gustaba de caminar no solo por que le ayudaba a pensar y meditar sino que de esta manera no era fácil detectale o seguirle. una manera innocua de ocultar sus pasos a los curiosos. Comenzó pues la camina que no era muy lejos a la academia, pero no sin quitarse su saco y ponerlo alrededor de Dinah para protegerla del frio

-Por favor lleva esto por mi- sin darle oportunidad de negarse y haciéndolo parecer una gentil orden con la que siguió sus pasos caminando al lado de la Maid.

-necesito saber cuales son tus sueños Dinah, sino como podre cumplir mi promesa de ayudarte a conseguirlos- y no dijo más

Dinah no pudo evitar sentirse halagada en el fondo. Al parecer, dentro de toda su excentricidad, su Amo se preocupaba por ella y demostraba cierta sutileza en sus modales.

Como el gesto disfrazado de orden gentil no rompía en mucho con lo que se esperaría de un caballero (exceptuando que el gesto se dirigiera a su servidumbre), Dinah decidió dejarlo pasar y sonreír de manera auténtica y simple. Su sonrisa era serena, sin despegar los labios, suave y de forma sutil.

Tomó una sección del saco de Alex y lo cerró sobre su pecho con cuidado. Junto con la calidez que la prenda ofrecía, llegó a ella el aroma mezclado de la colonia de Alex, el sutil y dulce olor de su piel y el característico aroma de la fina tela del saco. Esto la sorprendió agradablemente. Encomendó a su memoria este aroma que la reconmfortaba mirntras cerraba los ojos y lo respiraba de nuevo una segunda vez, dejando escapar una suave exhalación de felicidad.

Acto seguido, abrió los ojos y miró a su Amo. Le escuchó mientras hablaba. Justo antes de entrar en la escuela, le respondió.

Alex sama, los sueños que son importantes son los suyos y soy yo quien está aquí para ayudarle, aunque le agradezco sinceramente su promesa, desearía no se la tomara más en serio que sus deberes y su propio bienestar.

Dinah le entregó entonces su saco, luego le acompañó hasta la puerta de su habitación y se aseguró de que todo estuviese en orden y a punto para que su amo pudiese dormir. Se aproximó entonces hacia la puerta del cuarto.

Se quedó de pié ahí un momento, por si a su Amo se le ofreciera algo en el momento, casi como si presintiera que aún habría algo más qué hacer por él. En el silencio de su espera, ella sonrió para sí misma de manera gentil, mirando el picaporte.

Mi amo es gentil, a pesar de sus arrebatos que no siempre logro entender. Sólo falta encuentre su camino y que al igual que el joven Axel se dé cuenta que el seguir su destino no le evita ser él mismo, sino que es sólo un complemento de quien él ha sido siempre. El hecho de que se preocupe por alguien tan inferior a él como su Maid, es una señal de que tiene lo necesario para ser un buen líder, sea lo que sea que él vaya a heredar y la responsabilidad que esto signifique.

La habitación era un sitio obscuro lleno de libros viejos, parecía estar ordenado de maneras peculiares y muy personales, una colección de espadas colgaba de la pared pero no parecían ostentosas más bien desgastadas incluso con manchas de ceniza como si hubieran visto fuego. El joven de largo cabello entro tras un suspiro se dirijo hacia una de las cómodas de madera, tomo algunos objetos del estante sin cerrar la puerta tras de él como si quisiera que Dinah entrara pero sin y miro algunas fotos de un niño de ojos rojos y suspiro con la mirada llena de tristeza, este parecía un momento privado, pero él no le había dado autorización de retirarse a la joven.
Giro para mirarla de reojo sus ojos eran muy pequeños como si asechara, la bondad en sus ojos había desaparecido por completo.

-Por favor acércate- mientras levantaba la mano izquierda hacia la joven, como ofreciéndola para ser tomada.
Detrás de sí escondía una mano cubierta de sangre que goteaba en el suelo tras romper uno de los retratos, por donde se le viera esta era una situación atemorizante y la obscuridad del austero y viejo dormitorio no ayudaban a generar menor confianza, si esta era una prueba de fuego para la joven maid era una prueba muy difícil y torcida mas semejante a una historia de terror.

Esos ojos fríos eran los ojos de un demonio con una sonrisa sin ninguna emoción, esas gélidas y brillantes piedras de obsidiana clavándose en Dinah y esperando una respuesta

Dinah miró a su Amo de nuevo y se acercó a él. Al escuchar el cambio de timbre en su voz, sospechó algo... pero luego, al mirarle, sus sospechas estaban confirmadas. Algún extraño cambio había ocurrido en él.

Lo curioso era que le ofreciese la mano izquierda, mientras ocultase la otra tras de sí. Tardó un poco, pero el indiscutible aroma a sangre llegó a ella. Con un gesto preocupado, ignoró la mirada de su Amo, rápidamente yendo a buscar la fuente de aquel olor que la preocupara.

Sin darle cuartel ni tiempo de respuesta, se apresuró a tomar el botiquín del armario de su habitación (convenientemente contigua a la de su Amo) y a limpiarle la herida. Tuvo que hacer acopio de su propia determinación y habilidad física para sobrepasar la negativa de su Amo a dejarle proceder.

Aún contra el enojo de Alex, Dinah sabía que la salud de su Amo era primero, así que le curó la herida y se la vendó con la necesaria firmeza, dándose después de ello un pequeño respiro para permanecer a su lado, sin hacerle pregunta alguna.

Evitó mirarle de frente, ni de lleno a los ojos, pues sabía que estando tan preocupada como estaba, el resultado obvio era que ella estaba profundamente enojada y no era bueno mostrarse así ante su Amo, para quien ella debía ser dulzura, humildad y servicio, así como apoyo constante y obediencia... con sus muy contadas excepciones.

En el fondo, ella sospechaba que alguna conexión habría entre aquella fotografía deshecha y su Amo, aunque lo único que pudo ver de ella mientras limpiaba los trozos fué un curioso y expresivo par de ojos rojos, tan inusuales como los de Pioter... pero ella no preguntaría nada, no extraería por la fuerza ningún conocimiento que su Amo no quisiera compartirle.

"Sé ser dulce cuando me tratan con dulzura, y áspera cuando me tratan con aspereza.... aunque esto último mejor me lo guardo... no quiero perder el trabajo en los primeros días, ni siquiera por un capricho de mi Amo..." pensaba ella mientras en silencio absoluto permanecía en la habitación, no muy segura de estar irrumpiendo en el espacio y tiempo privados de su Amo.

Finalmente colocó de nuevo el botiquín en su sitio y dejó entreabierta la puerta del baño que compartían, mientras ella enjuagaba la sangre de sus manos y quizás de su uniforme, por si hubiese alguna mancha. Hizo esto no con el afán de entrometerse, sino de mostrar respeto y reconocer que aún no le habían dado permiso para retirarse.

Por fin miró a Alex. Aquellos penetrantes ojos que estaban clavados en ella cual si una bestia le acechase, lejos de atemorizarla, la llenaron de curiosidad.

"¿Qué cosa en el mundo podría tenerle así a mi Amo?... es cierto que apenas le conozco, pero creo que algo serio pasa aquí... y entenderlo bien podría ayudarnos."

Ya más tranquila, aunque seria y solemne, dejó que su mirada se sostiviera serena en los ojos de su Amo. ¿Qué desea que haga por Usted, Alex sama? Su tono, sin querer, fué seco, frío y distante, cual si hubiese de pronto una barrera de impenetrable cristal entre ellos. Aquella era una de sus defensas, un mecanismo para no permitir que las acciones y actitudes de otros la hirieran. Y se quedó allí esperando la reacción de su Amo.

Pero no existía ninguna emoción en su mirada, tan fría como antes sino es que más. sin mostrar un pizca de dolor ni siquiera por la oportuna y profesional respuesta de la fuerte chica ante las heridas de su mano derecha, ni siquiera por la forma en que le encaraba, con un paso firme camino hacia ella y sin vacilar sin darle oportunidad alguna de evitarlo, puso su mano izquierda que parecía una zarpa en la cintura de la joven y con mucha fuerza le acerco hacia él en un abrazo tan recio que necesitaría de las técnicas de lucha adecuadas para poder librarse, un abrazo que prácticamente podría paralizar de miedo el corazón de su víctima convirtiendo los silentes segundos en inquietantes espectadores.

Poco a poco como el oleaje golpeando a la costa, ese mortal abrazo se aflojaba sin soltarle y tras un profundo suspiro que Dinah interpreto como un grito de rendición o una súplica de ayuda por algún desafortunado naufrago, fue cuando tuvo estas ideas que se vio sorpresivamente arropada de nuevo por su intempestivo amo, esta vez por una negra cortina, los negros cabellos del joven, que dejo descansar suavemente sus labios sobre la cabeza de su pequeña presa , encontrándose ambos ahora en una nueva habitación tan pequeña que solo el rostro de ambos habitaban y ahí Alex convirtiéndose de nuevo en el cálido compañero que ella recién había encontrado, aún temblando como si tratase de controla su propio cuerpo dijo a la joven.

-Es una pena que Dinah-chan me viera así, no pude evitarlo mis recuerdos me tacaron y por poco devoraron lo que me queda de humanidad, necesitaba a ferrarme a algo...-.

Se detuvo un momento de manera contemplativa mientras su mirar se perdía de nuevo en esa negrura que ya era dueña de el futuro heredero de la casa Lanuit. -No, de alguien, y tu dulce aroma y cálida piel me condujeron a tí, lamento si esto te incomoda, pero ahora mismo soy incapaz de soltarte, e incapaz de detener esto, por favor perdóname.- No noto que la habia llamado Dinah-chan por primer vez, sus palabras se entrecortaron pues sus labios se cubrieron lentamente con la cabeza de Dinah, pero lentamente fueron cubiertos por la piel de su frágil cuello , esto no era un sueño su amo estaba besando muy tiernamente su cuello y susurrando quedamente a su oído dijo: -te ordeno que esta noche no te vayas-trato de sonreír para hacer sonar como una broma inocente esta situación que era tan difícil de entender, de eso era muy conciente.

Un sueño o pesadilla, la mente Alex se enfrentaba a sí misma la furia de un demonio con ganas de consumirlo todo de destruirse a si mismo y el mundo, contra la necesidad de proteger a todos de si mismo y ahora se ataban a la realidad gracias al calor del cuerpo de la bella chica.

Dinah se quedó inmóvil, serena, mientras su Amo la abrazaba y lentamente le dejaba ir. Por algún extraño motivo ella reconocía esa forma de proceder... siempre le había costado trabajo contenerse, pero al fin había hecho progresos en ello.

Notó que el carácter de su amo, además de ser intempestivo, era inestable... tanto que resultaba sumamente espontáneo... quizás hasta ligeramente bipolar.

Las clases de psicología, las largas horas de ensayo consigo misma y su mente, sus emociones... todo aquello que ella había aprendido, era hora de ponerlo en práctica.

Su Amo necesitaba algo o alguien de qué aferrarse para que el embate de la propia fuerza de su personalidad no le arrancase del mundo o de la cordura... y ella estaba allí para ser lo que fuera que él necesitara, siempre presente, siempre en silencio y complicidad... siempre velando primero por los intereses de su Amo.

Aún cuando él le ordenase que no se retirase de su habitación en toda la noche, aún cuando susurrase en su oído de las cualidades que él creía haber encontrado en ella, aún cuando su calidez fuese presente en ese moment, Dinha aún no perdía el control de sí misma.

Ella sabía bien cuál era su sitio y lo inferior que era ante su Amo.

Pero cuando los labios de él comenzaron a divagar por la piel de su cuello, no pudo evitar sentir que se le aceleraba el corazón, latiéndole con fuerza. Debía estar sumamente sonrojada, pues sentía que el cuerpo le hervía. Una ligera sensación de hormigueo le recorría la piel y de pronto su mente le advertía a gritos de algún misterioso y enorme peligro que no lograba nombrar, mas sí reconocer. Con los ojos abiertos como platos extendidos y atónita, casi catatónica, su cuerpo reaccionó por ella, dejándole por un instante en una pausa que bloquease todo estímulo para poder dejarle pensar de manera clara, aunque acelerada...

Ella calculó cada posibilidad y sus consecuencias, comparándolas con su deber...

después de aquel impasible minuto en el que pareció ignorar al universo a su alrededor, ella tragó saliva, se armó de valor... y con una suave, gentil y cálida sonrisa se relajó por fin.

Condujo a su Amo hacia su habitación, abrazándole tiernamente la espalda desde el costado. Le ayudó a prepararse para dormir, le arropó en cama, besó su frente y le cobijó. Luego se aseguró de que las puertas estuviesen bien cerradadas, al igual que las ventanas, corrió las cortinas, apagó las luces... y en la oscuridad, veloz y hábilmente cambió sus ropas por la pijama que siempre tenía colgada junto a la puerta de su habitación, cerca del botiquín.

Fué entonces que se recostó sobre las cobijas de la cama de su Amo, y en actitud de maternal y amigable complicidad, en el silencio y la oscuridad de aquella habitación, donde ahora la intimidad más absoluta pudiese reinar, besó la frente de su Amo, le acomodó la almohada y durmió a su lado, abrazándole con un cálido cariño, velando por la tranquilidad y paz de sus sueños, mente y alma, mientras durase la noche.

"Buenas noches, Alex sama. Que descanse"

Por supuesto, no permitiría nada que contradijera el decoro que debía mostrarse aún en la intimidad, pero jamás traicionaría la confianza que su Amo le había otorgado aquella noche, ya fuera voluntariamente o no, ni permitiría que a su Amo se le viese como alguien con debilidad alguna. Ella era, después de todo, su maid, su guardiana, su cómplice, su compañera y amiga, su confidente, su compañera de equipo... lo que él necesitara, pero sólo para él. Sólamente él sabría que ella podría ser todo lo que él quisiera... hasta que aquella persona mejor que ella llegase, la persona correcta, la dama que su Amo algún día debería tener. Y ella debía prepararse desde siempre para algún día dejarle ir... si ese fuera el deseo de él.

El de ojos de demonio se mantuvo tranquilo, más de lo que Dinah pudo esperar, su simple cercanía le infundía calma una calma a la que él ya no podria renunciar aunque lo deseara...
"¿que tiene esta niña que la diferencia de otras mujeres?, ¿porqué quiero estar con ella de manera tan cercana? se parece demasiado a alguien ¿o quizá? se preguntaba sin embargo no dejaba de negarlo y poner la seguridad de la chica antes, Alex había herido muchas personas en el pasado por su brutal honestidad, pero lo que más le preocupaba era su incapacidad de herir los sentimientos de las personas que de verdad le interesaban, sin duda cría que sobre su cabeza había una mala estrella vigilando su andar. Suspiro pensando en el plan que tenía para cambiar las cosas en las que no estaba de acuerdo, y como afectarían a su Maid, quiso evitarlo, pero sabía que no podía dar vuelta a tras, este chico violaría las reglas buscando una manera de evitar romperlas para colapsar el sistema de Sta. Lucia. Aun sintiéndose culpable la miro mientras dormía y perdió el aliento con la visión de la dulce y fuerte chica, pero muy inocente, esa inocencia le perforo el corazón y queriendo pero no logrando evitarlo, susurro sin ser oído.

-perdóname pequeña Dinah por todo el daño que sufrirás estando a mi lado-

Alex estando tan cerca de ella y gozando de su cálido abrazo estiro su mano tratando de acariciar el cabello rebelde de la joven sin despertarla y corresponder el abrazo, pero ya estando a punto de lograrlo se detuvo en seco... "no puedo , no debo"

Trato de gravar esa expresión apacible y segura de la mucama que el acompañaba mientras dormía, y envidio nuevamente a su hermanastro hasta que la noche finalmente termino.

Cuando Dinah despertó se encontró cubierta con los edredones de la cama, un agradable y tibio aroma de café y los ojos complacidos de su amo mirándole con dulzura mientras toma un sorbo de café de manera calma, quiso decir " Dinah-chan desde hoy dormiremos siempre así" o "gracias por lo de ayer la próxima vez quiero que entres a mi cama por tu propia voluntad", pero simplemente sacudió esas ideas de su cabeza, después de todo no se vería muy bien que esto se repitiera mucho, en especial porque ese día iba a pedirle su mano .

Con suavidad como canturreando le dio los buenos días y le dijo que se veía muy linda por las mañanas, -pareces un gato cuando duermes- dijo satisfecho

-Tengo que pedirte un favor Dinah-chan, hoy cuando veamos a la directora necesito pedirte algo muy importante y necesito que aceptes, por favor hasta entonces confía en mí no haría nada que te lastimara-

Un nuevo misterio los envolvía, si los ojos de demonio de Alex eran aterradores, su sonrisa de ángel era algo aún mas temible.

Dinah despertó al sonido de la voz de su Amo. Enjojeció de pena al encontrarse durmiendo bajo los cobertores mientras Alex ya estaba de pié. Mientras le escuchaba hablar, se levantó deprisa y con habilidad y práctica tuvo listo el uniforme y ropas de su Amo, así como el complemento a su desayuno, servido incluso con un dulce y hogareño toque artístico en una pequeña mesita para una persona.

Su desayuno está listo, Alex sama. Con su permiso, debo prepararme para acompañarle a ver a la Directora entonces. No tardo. Cualquier cosa que necesite, solo necesita llamarme y aquí estaré para atenderle.

Ella desapareció tras la puerta que dividía su habitación de la de él, sólo por unos cuantos minutos. Mientras se cambiaba de atuendo y terminaba de arreglarse de manera pulcra y sencilla, pero evidentemente natural y atractiva, ella se miró al espejo. Por un momento se perdió en su propia mirada. Sus ojos expresaban una sensación distinta a lo que ella esperaba.

Frente a ella, en el reflejo, estaba una chica que llevaba su cuidado e interés por Alex más allá de lo profesional. No solo era para ella su Amo, sino alguien que le intrigaba, y cual misterio de tierras distantes y desconocidas (aunque a la vez extrañamente familiares), él había conquistado su interés.

Le resultaba difícil de creer cómo en tan poco tiempo se reconocía preocupada por él, voluntariamente, y pendiente incluso de las necesidades que él no expresaba siquiera.

Debería dejar de pensar solamente en complacerle, aunque sea mi Amo. No está permitido ni es correcto convertirme en lo que él desee, sólo porque él quiera. Por alguna razón las cosas son como son y hay reglas en la escuela y en todas partes que deben cumplirse... además... no hay modo alguno en que pueda siquiera tener esperanzas de ser algo más que su Maid, solo su servidumbre.

Dinah sacudió la cabeza, esto deshizo el frágil peinado que se había hecho, recogiendo todo su cabello, que ahora caía suave y rebelde cual exótico y suave pelaje de una bestia salvaje, hermosa en su particularidad. Con un suspiro de rendición acomodó los mechones dispersos de su cabello lo mejor que pudo, alisó su falda negra y acomodó los puños y cuello de su blusa blanca, sencilla, con una o dos bolsas pequeñas en el frente y costados.

En serio, no sueñes con cosas imposibles. Recuerda que tu deber es ver por él, y solo eso.

Con la velocidad y pericia de alguien experimentado en su puesto, salió al encuentro de su Amo, para retirar los platos, hacerse cargo de limpiar rápidamente la habitación y ordenarle, y acto seguido, asegurarse de que el atuendo de su Amo le quedara perfecto. Es importante que Alex sama luzca bien. No, mejor que bien. pensaba ella con una leve y gentil sonrisa en los labios, mientras su mirada dejaba traslucir un dejo de ternura al abrocharle los botones del saco, uno a uno, hasta llegar casi a su cuello. El aroma dulce, suave y embriagante de su Amo la sorprendió. Ella recordaba ese aroma de algún tiempo atrás, alguna era perdida para no volver más, y sin embargo, ahora llegaba a ella con claridad, un olor que debía decirle o recordarle algo, claramente reconfortante. Aspiró nuevamente el aroma, esta vez cerrando los ojos por un momento, como hechizada. Estaba feliz, aunque no sabía bien porqué.

Una vez se hubo asegurado de que todo estaba en orden, abrió la puerta de la habitación para que su Amo saliera y ella le siguió después. Estaba orgullosa de la fuerte convicción de su Amo, aunque en el fondo no concordara con su rebeldía, creía entenderle y hasta sentía simpatía por él. La forma tan atenta y cariñosa en que le había cuidado el sueño... era a la vez inquietante, prohibido y halagador.

Aunque Dinah no quisiera reconocerlo, lo sabía. Este chico podía terminar robándole el corazón.

La visión de la joven y su cercanía lo hicieron desear abrazarla y decirle que no la soltaría nunca, supo quien era, quiso decirle ¿no me recuerdas?, pero no era el lugar ni momento aunque debía admitir que daca vez le resultaba más difícil estar tan cerca de ella y guardar sus secreto al mismo tiempo, su imagen tierna y un poco salvaje lo embriagaba por completo y su aroma lo enloquecía, pero Alex siendo el quien era, no se permitió ni sonrojarse, se limito a agradecer elegantemente sus atenciones a la joven mucama con un rostro de tranquilidad y paz que solo se ve en aquellos que son en verdad felices, y a suavemente acaricio el rostro de Dinah con el dorso de su mano, de manera tan suave que apenas le toco y finalmente sacudió un poco su cabello.

-Gracias Dinah-chan , estoy muy feliz de que estés ami lado, no pude escocer mejor una maid, estoy sumamente orgulloso de mi elección; Por cierto lamento que hayas tenido que presenciar lo de anoche. No quiero causarle más problemas a Dinah-chan tratare de contenerme-

dijo sin mirarle dando un poco la espalda por que simplemente ya no podía disimular la honestidad tan cristalina de sus sentimientos , sus ojos cada vez mas trataban de adentrarse en los de la joven, las fiestas se acercaban y el dijo:

-Por favor acompáñame al pueblo quiero hacer las compras de las fiestas y hay algo que quiero darte. Dinah-chan ¿Te gustaría salir conmigo hoy como si de una cita se tratase?-

Giro su cuerpo para ofrecerle su mano

-Por favor acompáñame sería un placer para mi que una chica tan linda como tu me acompañara a pasear en estos días de fiesta-

Dinah no acababa de pensar en sus reflexiones personales cuando Alex de nuevo cambiaba un poco su manera de actuar frente a sus ojos. Ahora era gentil, casi galante... Dinah no pudo evitar sonrojarse ante la manera en que él no le dejaba elección, y al mismo tiempo le pedía eligiera...

¿Qué es esto?... ¿por qué es que me sonroja lo que dice?... ¿será acaso que mi Amo en verdad se siente solo?

Dinah pensó en aquello antes de responder. Con la sonrisa más tímida que pudo regalarle a su Amo en aquel breve momento, le dijo, al tiempo que hacía una respetuosa reverencia, procurando mirar al suelo en vez de sus ojos negros, magnéticos y hechizantes, que lograban le faltase un poco el aire cuando les miraba profundamente.

Acompañaré a mi Amo a hacer las compras y me encargaré de que todo marche bien. Si mi Amo desea una acompañante para una cita, no tiene más que ordenarlo, y yo le buscaré una chica adecuada para acompañarle, de acuerdo a su posición, y luego le prepararé la velada romántica de su elección.

Ella sabía que estaba prohibido que los Amos y sus Maids tuviesen algo que ver, y no iba a hacer público nada que a su Amo pudiera perjudicarle, sobre todo en lo futuro. El nombre Lanuit pendía de sus hombros y ella le ayudaría a hacer bien su papel como heredero. Fuera la familia Lanuit lo que fuera. Ella era tan sólo una Maid, una mínima parte de la servidumbre de aquella familia, y su deber era velar por Alex, su Amo, y también por encontrar lo que pudiese llenar todas y cada una de sus necesidades, sacrificando siempre sus propios deseos. Ella no era importante, el importante es Alex.

Antes de terminar de hablar, su tono cambió y se volvió suave, incluso humilde.

Y... Alex sama no tiene porqué contenerse o disculparse frente a su Maid. Por favor, ignóreme si es necesario. Yo solo soy como el aire de la habitación, o como si fuese parte del mobiliario o de los muros, no tengo importancia. En privado, siéntase en confianza de mostrar lo que desee, seré discreta. Yo nos soy nadie para que haga o no nada por mí.

Dinah en aquel momento creía lo que decía. Sabía que había mil y un obstáculos para que hubiese jamás algo entre ellos. Además, si algo llegaba a pasar... tarde o temprano él necesitaría una Maid, pues no se puede ser todo en esta vida. Su papel era uno solo, su Maid. Si aquello cambiaba alguna vez, ella tendría que renunciar a él... y sólo el destino sabría qué pasaría después.

Dinah no quería perjudicar a Alex de modo alguno, pero también le costaba mucho negarle lo que fuese que él pidiera... aunque en alguien debía caber la prudencia... y en este caso, le tocaba a ella, por ser la Maid.

El heredero de la familia Lanuit lamiro con un semblante serio, se le veía decepcionado, y es que comprendía que la mucama aún no entendía los sentimientos del joven, es cierto el le empleaba, pero no pensaba que ser maid le demeritaba, nunca podría pensar que el dinero de su familia le haría superior a alguien, se acerco hacia ella como si no estuviera ahí y no se detuvo aunque sus cuerpos chocaron, fue hasta que prácticamente compartían el mismo aliento que el se detuvo.

-Esta bien si no quieres salir conmigo, pero no quiero que vuelvas a decir que no eres digna de mí o de estar a mi lado-

Su enfado era muy considerable su propia sangre tenia a miembros de la servidumbre entre ella, ademas a Alexander de verdad le gustaba la joven y estaba cansado de esta separación, para el amo o sirviente ambos son seres humanos, y eso era lo único importante.

-Acepte entrar a esta academia por que entiendo las responsabilidades de mi padre, peor o por que este de acuerdo con este estilo de vida o esta forma de pensar, pedí una maid fuerte por que voy a pedirte lo inpedible, quiero que me ayudes a conquistar y crear un nuevo mundo-

El se alejo de la habitación y dijo, -Dinah te ordeno que este viernes me consigas como compañía para una cita romántica a la primer chica linda que veas cuando mires en un espejo, la esperare a las 7 p.m. en el restaurant Purplerose es fuera de la academia así que una regla tonta no aplica allí, ¿lo sabias?; no falles- y salio de la habitación sonriéndose un poco con malicia preparándose para ver a la directora.

[[fpor favor dale un cierre a este post jeje abriré un nuevo post mañana, llamado Purple rose en la ciudad]]

Dinah estaba lejos de imaginar lo sorprendentemente doloroso que le resultó aquel breve tiempo en que Alex le ignoró y casi le atropella. Sólo fué consciente de una inesperada punzada en el pecho, presumiblemente donde se encontraría el corazón. Se llevó las manos al pecho, protegiendo aquel valioso espacio que rodeaba su corazón, el cual pareció detenerse por un instante. Tenía los ojos abiertos y la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo. Su cabello cayó sobre su cara, como si instintivamente protegiera su expresión de los ojos ajenos.

Mientras escuchaba a Alex, guardó silencio. Le escuchó salir de la habitación y aún le tomó un par de minutos recobrar el control de sí misma. Aquella súbita demostración le había paralizado.

Cada movimiento después de ello le costó trabajo, como si su propio cuerpo le pesara, aunque después de algunos minutos la sensación casi había desaparecido y pudo actuar de manera que no se notara el cambio en ella.

Fué hasta entonces que se dió cuenta de lo que su Amo le había pedido y tuvo un presentimiento...

Su Amo era sin duda, un rebelde. Alguien que sentía debía romper con algo... pero qué era ese algo?.

Naturalmente, como su Maid, su deber era ayudar a su Amo. Pero además, sentía curiosidad por esta misión que su Amo se había impuesto, y en la cual ella estaba ahora embarcada con él.

Además, quedaba en el aire aquello de la cita. Ciertamente Dinah no se consideraba ni remotamente tan hermosa como las demás chicas... mucho menos al nivel de una señorita de familia noble y porte elegante.

Alex sama es un misterio con patas pensó para sí misma mientras salía de la habitación tras él, para luego repasar en su mente los detalles que debía preparar para la cita. Sonrió para sus adentros, pues tenía ya varias ideas en marcha para ello.

Su Amo era ciertamente un misterio.... y le intrigaba... peligrosamente, muy peligrosamente. Ella supo entonces que debía andarse con mucho cuidado cerca de él.

Si tan solo pudiera saber de Alex sama todo lo que tanto me intriga... Dinah pensó mientras caminaba en silencio y actitud recatada tras su Amo, dirigiéndose hacia la oficina de la Directora del colegio Saint Lucía.

(((((Favor de cerrar el tema, gracias))))))