La elusiva y rara belleza salvaje [TEMA ABIERTO A TODO EL MUNDO!!!]

Es una hermosa mañana. El sol apenas asoma sus rayos de luz sobre el horizonte, y en los límites del bosque hay una figura que ya se encuentra en movimiento.

Vestida en un traje de entrenamiento negro con un sol rojo a la espalda y un yin-yang al frente, la chica se encuentra haciendo varios ejercicios que le toman algún tiempo, no por su complejidad, pues son bastante sencillos, sino por la cantidad de ellos que hace. Cuanquiera que no esté acostumbrado de toda la vida a hacer deporte no podría aguantarle el paso. La chica lleva una pañoleta de satín negro en la cabeza para mantener su largo y hermoso cabello castaño en su lugar, fuera de su rostro... El sudor apenas asoma a su frente mientras ella toma un bastón de madera y procede a repetir su rutina con aquel instrumento sencillo. Los pájaros trinan recibiendo el amanecer y la chica decide tomarse un pequeño respiro. Es entonces que respira profundamente el aroma de la naturaleza, de los árboles, flores y las plantas silvestres, libre del humo y vapores de la cuidad... libre de los aromas del encierro... libre de pretenciones y reglas, sencillo y natural. Simplemente hermoso y vigorizante.

Después del breve descanso hace unas cuantas katas, repitiéndolas varias veces y al terminar se sienta en una cierta pose a meditar, cual si fuera una de ésas esculturas budistas de antaño...

Luego, de manera imprevista, sonríe y mira un alto roble que crece cerca de donde se ha sentado. Con su equipo colgado a la espalda, sube sin problemas a una de las ramas más gruesas y altas, y decide recostarse allí, observando el hermoso paisaje del bosque.

Hace tanto tiempo que no hacía esto... A veces extraño mi hogar, mi campo, mis flores y a mi familia.

Mientras ella le susurra al viento sus pequeñas y personales impresiones, su suave y delicado perfume viaja con él hasta el colegio. Es una mezcla de lavanda, rosas, un toque de canela y sándalo, la frescura de la menta, y un poderoso y sutil aroma a durazno. La perfumería es un arte heredado en su familia, algo que es una habilidad que suelen cultivar en privado, de manera sencilla, nada comercial, sólo por el gusto de hacer cosas naturales, sin químicos caros ni procesos industriales...

Es en esta pequeña y privada escena que las cosas más inesperadas pueden suceder...

Unos pasos ligerisimos se acercaban para interrumpir la soledad del bosque
y en tono muy amable casi canturreando rompió el silencio diciendo

- lavanda, rosas, canela, sándalo, menta, y sino me equivoco durazno- una sonrisa amabilisima respaldaba sus palabras y engarzado a ella un joven buttler con un aire familiar le miraba desde un costado de un árbol, quien no dudaba en presumir su habilidad de nunca olvidar nada, pero la verdad era otro aroma que ella no había notado lo que lo había llevado a acercarse a ese lugar.

-Hola disculpa si interrumpo tu entrenamiento Dinah Lune-san, pero creí que eras alguien más- mientras hacia suavemente una reverencia como señal de arrepentimiento.

Dinah miró en dirección a Pioter, reconociéndole y dirigiéndole una auténtica sonrisa.

-Pioter-san, quédese por favor. Le aseguro que no me interrumpe. Es más... me gustaría poder hablar con Usted, si me lo permite.-

Dinah pasó de un árbol a otro. Aunque sus movimientos eran seguros y más bien reflejaban una conducta un poco felina, su expresión reflejaba su temor a que Pioter decidiera marcharse en cuanto ella se acercara. Ella tenía la impresión de que Pioter evitaba a su Amo por alguna razón desconocida para ella, pero al mismo tiempo, sentía el deseo de comprender este misterio y quizá llevarle a un desenlace menos trágico.

Al alcanzarle, Dinah se dió cuenta de la estatura y porte del Butler que tenía ante ella. Tenía un aire reservado, incluso misterioso, aunque la mirada de sus extraños ojos rojos era profunda y nostálgica. Parecía la figura de alguna antigua traída a la elegancia de la modernidad. Él podía sin duda haber sido actor o incluso modelo. No sólo su apariencia era estéticamente agradable, su silencio era aún más atrayente. Era sólo aquella aparente tristeza que llevaba consigo a cuestas lo que le hacía parecer más humano y menos etéreo.

Armándose de valor, Dinah emtornó sus ojos hacia los de Pioter, decidida a no dejarle cuartel ni escape.- Dígame por favor cuál es el misterio que hay entre Alex-sama y Usted. He de confesarle que le tengo simpatía y que no pienso permitir que se hagan daño alguno en la medida de mis posibilidades.-

Dina esperaba que su franqueza le otorgara la reciprocidad de Pioter... aunque era una jugada bastante arriesgada. Ella sabía lo que Alex pensaba de esto, y sabría se metería en problemas si él se enteraba.... pero ella no podía estar tranquila pensando que había algo que ella podía hacer... por ambos. Por Alex debido a la lealtad de su posición como su Maid.... y por Pioter, debido a la extraña simpatía que le profesaba al chico que huyó al escuchar mencionar a su Amo.

En aquel momento, una pregunta surgió en su mente, llevándola a sus labios sin dejarle pensar en si debía exteriorizarla o no.

- ¿Porqué mencionó que esperaba ver a alguien más?... acaso esperaba encontrarse con Alex-sama?-

Sus ojos no abandonaban los de Pioter. Si ella le hablaba con la verdad... ella esperaba poder ver esa sinceridad en él. Y todo puede mentir... menos una mirada.

Sus ojos buscaron un punto distante para extraviarse por completo por un instante, que para él fue suficiente tiempo para viajar de ida y vuelta hasta el otro extremo del planeta, se recompuso con facilidad perfecta aunque se podría pensar que estaba imitando a un actor

- je,- sonrio mientras se acercaba mucho para ver los ojos de Dinah - Ahora entiendo porque Alex te escogió- y con un gesto de extrema dulzura y cariño beso su frente como si hiciera una oración por la joven -Por favor cuida mucho a hermano mayor- Se levanto despacio sin retirara su mirada de la joven y tampoco su sonrisa tierna.

Dio un par de pasos alejándose y sin más dijo en un suspiro -Yo soy el culpable de la muerte de su madre- puso una de sus manos sobre un árbol y evitando sus ojos para evitar que ella pudiera ver su flaqueza prosiguió

- ¿podrías perdonarme desde que nací le he engendrado solo sufrimiento y lo seguiré haciendo, simplemente somos dos caras de la moneda y amabas deseamos ver el sol-

la conducta dulce, amable e incluso cariñosa de Pioter le conmovió. Sin pensarlo, dió un paso en su dirección y colocó su mano sobre el brazo de él con suavidad.

Las palabras se agolpaban en su mente, y un nudo en la garganta le impedía hablar. ¡Había tanto que quería decirle!

Pero se sentía como una intrusa, entrometiéndose en algo que era claro le concernía a Alex y a Pioter en privado.

- Yo no soy quien debe o no perdonarle, Pioter-san. Confieso que aún ahora no entiendo lo que hay entre ustedes, pero sí sé algo.-

Su mano se deslizó con ternura hacia la de Pioter. La tomó entre sus manos y le miró de frente... de un modo en el que ella nunca había mirado a Alex.

Una absoluta sinceridad y cariño, tan puros como los de una niña, asomaron a su mirada mientras le sonrió con ternura, mirándole de nuevo a los ojos y acariciando con una mano el largo cabello de él, muy cerca de su rosto.

-Sin importar lo que sea, siempre tenemos alguna opción. Siempre hay una alternativa. No todo tiene que ser dolor o sufrimiento.-

Sin darse cuenta, Dinah hablaba ahora en un susurro, casi íntimo, cual si el mundo alrededor de ellos hubiese perdido importancia por un instante. Sus ojos eran dos lunas de esmeralda, con sus pupilas cual diminutos lagos de obsidiana, cuyas orillas tenían tonalidades doradas, cual si fueran un eclipse.

En un breve momento, el rostro de ella se aproximaba al de él con una naturalidad desconocida mientras ella se perdía en la mirada carmesí de él, su mano estaba ahora sobre la mejilla de Pioter, cual caricia suave como la brisa.

Y la realidad llegó a ella como un rayo, destrozando aquel instante mágico. Parpadeó, se sonrojó profundamente, apenada, dándose cuenta de que sus labios casi rozaban los de él. Le miró, sorprendida de sí misma. Se alejó un par de pasos, retrocediendo.

Antes de marcharse, cual si el viento se la llevara de ahí, ante el acelerado latir de su corazón y la fuerza de sus latidos, habló apresuradamente, luchando por actuar como era debido para una Maid... y no sólo una chica de campiña, acostumbrada a no usar máscaras.

- Mi deber es cuidar de Alex-sama, de sus intereses y bienestar, así como los de la familia Lanuit. Le ruego no haga lago que le lastime, y prometo a cambio cuidar que Alex no le hiera a Usted.-

Ella sabía que prometía demasiado, pero también sabía que no quería que ninguno se lastimara... aunque no entendía bien porqué.

-Si algo llegara a suceder... recuerde que... yo quedo en medio de todo esto. Si el lazo que le une a Alex no es suficiente para detenerle, por favor piense en su Oujo-sama y en todas las personas que estaríamos involucradas en esta rivalidad que insiste en mantener.-

Y se alejó de allí a toda velocidad. Por muy conocido que resultara el aroma de Alex para Pioter, por mucho que se hubiese impregnado en Dinah por contacto, ella tenía un perfume propio, el cual quedó por un instante en el aire en lugar de ella.

Mientras se alejaba, se preguntaba a sí misma el porqué había hecho y dicho cosas tan imprudentes...

Quizá deba estar lejos de Pioter. Parece ser que no puedo controlarme tan bien como creía. Y debo dejar de... no, no puedo. Si él lo ordena, tengo que hacerlo. Si tan sólo pudiera tener lo que sí puedo... y no lo que no debo....

Dinah ahogó una expresión de asombro. Se detuvo tras un árbol, sabiendo que debía calmarse antes de que alguien más le viera. Todo le daba vueltas en la mente. Todo había ocurrido con tal velocidad y vertiginosidad que le mareaba. Decidió cerrar sus ojos e intentar calmarse. Escuchaba el cantar de las aves, el susurro del viento entre las copas de los árboles... y seguía pensando alternadamente en ellos.

Pioter, Alex...

Se imaginó a sí misma en medio de un tablero de ajedrez. Pioter estaba de un lado, enorme, Y Alex del otro. Las piezas se movían y luchaban unas contra otras, y ella permanecía en medio, esquivando a uno y a otro lado, incluso las manos de ambos que le buscaban, cual si fuese la reina para cualquiera de ambos bandos. Y ella huía...

Abrió los ojos sobresaltada, como despertando de una pesadilla...

Spoiler:

Pioter se recompuso y miro como la maid escapaba, de verdad era bella de forma única y había algo especial que la hacia tan deseable.

Se quito uno de sus guantes y sonriendo apenas, acaricio sus labios y recordando tan claramente como solo el podría hacerlo, se concentro el el sentimiento tibio y agradable que cosquilleaba sobre sus carnosos labios y murmuro sin pena:

-El sabor de alex-sama, ¡que interesante!-

De pronto giro abrupta mente si se percato que alguien les había observado, siguió la pista y encontró la huella de una espada clavada segundos antes el la tierra del bosque

-Será mejor que me paresure a encontrar a mi Ojou-sama-

Dinah se sostuvo un momento, recargando su espalda contra el árbol más cercano. Reflexivamente sostuvo con una mano su barbilla. Necesitaba pensar.

Se mordió ligeramente el labio inferior. Estaba nerviosa. Y fué entonces que lo notó.

Había un sabor y textura sutil en sus labios. No era algo usual, aunque le era familiar. Un leve aroma llegó a ella. Sin duda era la loción de Alex, entremezclada con su aroma. Una vez que pensó en su Amo, aquella sensación y sabor en sus labios se le hizo clara. Era de los labios de Alex. En un solo y profundo beso se habían impregnado ambas cosas en ella.

Recordó su mirada... fiera en algún momento, cariñosa y dulce en otro... y tambien magnética, cual si expresara una sutil y profunda devoción que Dinah no lograra explicarse con palabras. Era una mirada de la que no podía huirse. De aquellas que desnudan el cuerpo y el alma, sin ser del todo invasivas.... sólo no dejaban mentir.

Escuchó un leve rumos entre las hojas y un ligero gruñido de enfado. Reconoció el tono de Alex, pero cuando se volvió para mirarle, ya no pudo verlo. Encontró las marcas de algunos arbustos maltratados ante el paso intempestivo de alguien que seguramente se habría ido apresurando el paso y muy tenso. Se apresuró a salir de allí, dirigiéndose rumbo a su pequeña habitación.

Aunque era una Maid, su pequeño cuarto era simplemente lujoso, a pesar de la sencillez conque le había decorado. Era esa sencilla elegancia, con algunos toques de aleatoriedad en la decoración, lo que hacían aquella pequeña habitación algo único. Había pequeñas macetas en varios rincones, algunas con cactus, otras con flores y algunas con helechos y otras plantas pequeñas. Los muros estaban pintados en tonos suaves de verde y marrón, cual si fuera un pequeño claro en un bosque. Tras la cabecera de su sencilla cama, había pintada a mano una escena de la campiña francesa. Concretamente, el viñedo que cuidaba su familia, según como Dinah lo recordaba. Cualquier artista notaría algunas fallas en la proporción y quizás en la estética en general, pero si Dinah no era excelente en algo, era en algunos artes, como la pintura. Se contentaba sin embargo con disfrutar de cada pincelada, gozando de dar vida a una imagen que no siempre era idéntica a la que tenía en mente, pero que sin duda resultaba impresionante por sí misma.