Una expectante llegada.

Hacían ya dos semanas desde que su padre le había informado asistiría a una academia muy prestigiada para la élite mundial. Hoy era el día en que partiría a aquella institución y no podía evitar sentir una mezcla de sentimientos indiscriptible. Los nervios le hacían nudos en el estómago, la tristeza de dejar a su familia y hogar por un tiempo prolongado le acongojaba el pecho, las ansias le provocaban querer morderse las uñas y lo incierto del futuro que le esperaba no hacía más que impacientarla y frustrarla. Ya se había despedido de sus padres, solo le restaba subir al avión privado de su familia para que la llevara hasta aquella academía que, se podría decir, sería su 'hogar' por un par de años. Con el peso emocional que llevaba cada escalón que subía parecía medir casi un metro y las veces que devolvió la vista para dedicarle miradas a sus padres fueron innumerables.

Era, sin duda, algo a lo que no estaba acostumbrada. A pesar de que sus padres tuvieran numerosas obligaciones y compromisos y ella se viera con más clases de las que cualquier niña normal pudiera soportar, siempre estaban juntos a la hora de la cena. Los echaría de menos, estaba claro, y no dudaba que su adaptación fuese tan fácil, pues Stephanie poseía un carácter muy particular. No dudaba poder agradar a todos en poco tiempo pues sus modales eran excepcionalmente refinados y su amabilidad siempre estaba presente. Pero era sin duda ella la que no poseía la gran capacidad para adquirir buena impresión de las personas a primer instancia.

Pasó su vuelo hundiéndose en la lectura de sus libros favoritos y durmiendo el tiempo que le retaba. La apasionante lectura de la obra de jane Austen, 'Orgullo y Prejuicio' la mantuvo entretenida desde que despertó hasta el aterrizaje. Había sido un largo viaje y, por suerte no tenía sintomas o indicios de padecer un Jet lag lo que le aliviaba bastante. Al bajar, el gélido aire de invierno en Japón en comparación con el templado clima de primavera en Londres, le puso la piel crespita. Al parecer el invierno se extendería para Stephanie este año, aquello realmente le disgustaba pero se consolaba pensando que ya tendría tiempo en vacaciones de viajar a una isla o ciudad caribeña para compensarse a sí misma. Se puso su abrigo y recibió las últimas indicaciones de su mayordomo acompañante antes de que el coche que la llevaría a la academia llegara. Se despidió formalmente y subió, tenia un poco más de una hora de viaje hasta llegar a la academia por lo que ya cómoda, retomó el libro que antes leía en la página marcada y se entretuvo hasta llegar.

La arquitectura de la institución era realmente exquisita, no se parecía en lo absoluto a su anterior academia. Sus espacios era exuberante y la decoración de lo más elegante que había. Sonrió, el lugar era totalmente de su agrado. Se adentró al edificio principal y se detuvo en la recepción verificando ciertos datos y proporcionando otros que eran esenciales diera ella personalmente. Le comunicaron que en el hall principal debería esperar a su butler quien no tardaría en llegar. Debido a que su equipaje y amoblamiento para la habitación había sido llevado con anticipación, la joven no llevaba más que una bolsa de mano bastante ligera. Se sentó en uno de los sillones blancos que había en el hall, cruzándose de piernas, mientras un suspiro se le escapaba de los labios. Por fin había llegado a aquella renombrada academia y lo peor era que, no sabía que le esperaba en aquel lugar.