Arrastrada por los remolinos del destino...

Un año había pasado. Un año desde que se enteró de la existencia de aquel hombre que había estado ausente durante sus 15 años de vida. Derrepente aparecía diciendo que era la unica e indiscutible heredera a los millones de la empresa y a la compañia en si. Aparecía con un boleto a Japón y una inscripción para la famosa "st. Lucia".
¿Qué más le quedaba? Estaba sola en el mundo. Sin nadie a quien recurrir.
Por si fuera poco, la escuela tenía una "ridicula" norma: Todas las jovenes debían tener un mayordomo a su lado. Para su fortuna o infortunia, ella ya había encontrado, o más bien, había sido elegida por uno.
La joven pelicastaña se encontraba sentada en una especie de banca, tenía su maleta por un lado ya que aun no se lograba instalar del todo.
Estaba sentada con los recargados en las rodillas, y a su vez, sus manos sostenian su cabeza. Se notaba el aburrimiento en su rostro, pero no tenía más que hacer mas que esperar por su tan "ansiado mayordomo".
-¿Donde podrás estar? - Se preguntó en un leve susurro.

La joven dejó salir un leve suspiro, era ya algo tarde. Revisó su telefono un par de veces para ver la hora. Estaba completamente sola en aquel lugar. Podía ver como sus "compañeras" pasaban abrazadas de los brazos de sus mayordomos, riendo falsamente y llamando sus nombres con dulcira y cierto afecto. Rió levemente ante esto, ¿Cómo le podían tomar tanto cariño a una persona en tan corto tiempo?
A lo lejos vió de reojo un punto rojo acercandose... Así es, un pequeño punto rojo, ya que su vista no es muy buena.
Volteó a verle completamente: Era un joven alto, demasiado alto diría ella, el color de sus ojos no lo pudo ver hasta tenerle más de cerca, eran del mismo color que su cabello, lo cual le llamo muchisimo la atención, era algo delgado y se podía ver que bastante atletico, ya que aun después de haber corrido tanta distancia, no se le veía para nada cansado.

La joven alzó una ceja ante su precentación, se notaba cierto nerviosismo en su voz, sonrió levemente y se puso de píe hacendo una reverencía formal
-Buenos días, Youn Isayama, Porfavor cuida bien de mi- Al ponerse correctamente de píe, arregló algunos cabellos que se salierón de su lugar.
Regresó a donde estaba para tomar su maleta con una mano. Realmente no sabía si ya tenía una habitación asignada, así que no tenía idea de que hacer ahora.
Talvez le pediría a su mayordomo que le diera un paseo por la academia, Talvez le pediría que le llevase a la dirección. Aun no estaba segura, así que se quedo contemplando los ojos del pelirojo unos segundos más.
¿Cómo sería en realidad ese chico? ¿Qué intenciónes tendría?
No conosía muy bien las reglas de la academia, no conosía practicamente nada de esa nueva escuela, y le sería sumamente dificil adaptarse, pues viene de una vida común desde que tiene memoria, no tenía idea de como tratar con gente "superior a ella, ya que no se consideraba a si misma como la tipica niña rica.

Le regaló al joven una leve sonrisa de lado, algo que no solía hacer muy seguido, y tampoco es que hablara mucho, es solo que no estaba acostumbrada a tratar con personas, por más extraño que suene.