Heridas de guerra

Aún no anochecía, a pesar de que había pasado ya bastante tiempo desde que los acontecimientos del pasillo principal habían ocurrido. Aoi había abierto la ventana que daba hacia la cama de enfermería en la que Pioter descansaba y ahora permanecía de espaldas a él, de pie, observando con cierta tranquilidad hacia el jardín, del que surgían los susurros de los árboles y el trinar de los pájaros.

Una brisa suave entró con sigilo, jugando con el cabello de la muchacha y las hermosas cortinas que acariciaron con suavidad su tersa mejilla provocándole una sonrisa. Con un gesto innato llevó la mano derecha hasta sus cabellos castaños y con suavidad los colocó detrás de la oreja, esperando que se permanecieran de esa manera.
Un pensamiento la llevó de pronto a fijar su mirada en el suelo, recordando la escena en la que Alexander Lanuit prácticamente le había declarado la guerra en un gesto sumamente infantil.

- Aoi… Aoi… siempre metiéndote el líos, ¿qué diría Haruka nee chan si te viera? – susurró para sí misma.

Sin quererlo, había terminado, como siempre, en medio de un asunto que poco le concernía y seguramente Ryou la regañaría por no haber acudido a él en ese instante. Pero últimamente se encontraban distantes… y ella no quería molestarle más de lo necesario… incluso aunque él fuera su mayordomo.

Giró entonces en dirección a Pioter con los brazos cruzados, aún estaba dormido. Le habían curado y vendado para que las heridas no siguieran sangrando. Aoi había alcanzado a distinguir, a través de las heridas, que tan diestro era el joven Lanuit con la espada y lo poco que faltaba para que esa pelea hubiera tenido un fatídico final.

- ¿Qué fue lo que provocó todo éste revuelo? – preguntó al muchacho, a sabiendas de que éste probablemente no le respondería pues estaba dormido desde algunas horas atrás.

Dinah se asomó al interior de la habitación. Había logrado burlar la atenta vigilancia que Alex mantenía sobre ella por un breve lapso de tiempo.

A pesar de que se hubiesen declarado la guerra Pioter y su Amo, ella aún se preocupaba por el Butler. De algún modo, se sentía responsable de una parte del rencor que parecían profesarse ambos hermanos.

Al ver a Aoi dentro de la habitación, de pié y al lado de la cama en la que Pioter descansaba, se dió media vuelta y apresuradamente se ocultó tras el muro exterior de la habitación.

Al parecer, el joven Butler estaba en buenas manos. Quizás la noticia de su desventura no había llegado a oídos de su oujo-sama... y además Dinah no la conocía, por lo que aunque hubiese querido, no podría hacer nada. Y ayudar a Pioter de cualquier modo sería una traición a su Amo, cosa que tampoco se podía permitir.

Con un largo y quedo suspiro de tristeza, decidió apartar su figura del muro e ir en busca de su amo para evitar algún nuevo motivo de enojo en él. Mientras se alejaba, murmuró en un quedo tono de voz, quizás esperando que Aoi le oyera.

Gracias por cuidar de Pioter-san.

Los pasos en el pasillo provocaron una reacción en Pioter que estaba inconsciente hasta entonces, como si un fantasma del pasado tocara a su puerta

El corpulento buttler abrió sus ojos carmesí enfocándolos en Aoi-Sama su imagen le ayudo a no perder el sentido de nuevo, apretó sus ojos tratando de concentrase en lo que había pasado pero solo pudo ver la imagen de la joven ayudandole. Simplemente se sentía en deuda con ella y de forma muy humilde le dijo: -

-Huryu-sama agradezco infinitamente sus atenciones pero no debería molestarse tanto por alguien como yo.- sonrio nuevamente de forma perfecta no solo disfrazando su dolor sino que trataba de hacer que Aoi pensase que se encontraba mejor- La Familia Lanuit tiene un alto prestigio y poder en Europa no debería enemistarse con ella por mi culpa-

La mirada triste de Pioter se centro ahora en sus manos cubiertas con la sangre de su medio hermano, manos que parecían limpiarse con una sola lagrima.

A pesar de la maestría en el combate de Pioter y su gran musculatura, este siempre ha sido un hombre mas bien sensible y que se preocupa por los demas.

susurro: - Hermano... ¿cuando piensas despetar?

la voz de Pioter llegó a oídos de Dinah. Quiso voltear, retroceder y asegurarse de que estuviera bien... quiso acercarse... pero sus pies no se movieron. Se quedó quieta por un momento en el mismo lugar.

En lo profundo de su mente deseó que las cosas fueran distintas... pero había tomado ya una decisión, y como era usual en ella, no se echaría para atrás... al menos no fácilmente. Una guerra se había declarado y ella tenía un lugar en donde estar... un sitio donde le esperaban, muy probablemente con los brazos abiertos. Sólo pudo musitar para sí misma:

Gracias al cielo que Pioter-san está bien.

en cierto sentido se sentía responsable de lo sucedido, aunque quizás y muy seguramente hubiera motivos de fondo que ella desconocía.

Mientras observaba al mayordomo, le pareció oir algo, una especie de susurro que llamó su atención y dirigió su mirada hacia la entrada, pero no alcanzó a ver nada. En ese instante el muchacho se despertaba y ella regresó su atención a él, no sin antes mirar de reojo la puerta abierta y fruncir un poco el ceño, confundida, pues no sabía si su imaginación le había jugado una treta.

- La familia Hiryu también tiene gran prestigio e influencia, además creo que la inteligencia de Alexander Lanuit le dejará ver que no es bueno enemistarse con familias con las que en un futuro podría tener grandes negocios, creo que siendo heredero debe saber que sus acciones lo afectarán no sólo a él sino a su familia entera, es algo que debemos aprender desde niños – respondió ante su comentario antes de acercarse hasta él y tocar su frente con la mano, una mano suave y cálida – pero haciendo a un lado éstos acontecimientos, ¿Cómo es que su Ojou sama no se encuentra con usted?- preguntó antes de sentarse sobre la cama, a su lado- me sorprende que no haya llegado hasta aquí al saber que se encontraba herido

Pioter sonrió cerrando los ojos con una alegría plena, y dejando que su mirada escapara de la habitación como un ave recién liberada se dirigió a la joven de manera amistosa y confidente

-No he sido muy honesto con mi ojou-sama y no quiero sufra por mi culpa, le dije quien soy pero no quien fui y perdóneme por contárselo a usted Hiryu-sama, pero es necesario que entienda a Alex- se detuvo por un instante recordando con dolor- y tras un respiro sus ojos rojos se volvieron frios y llenos de enfado- mi madre murió por razón suya y su madre murió por razón mía... Si Alex no hubiera nacido mi madre estaría viva y yo seria el heredero de la familia Lanuit- nuevamente le miro con ojos cálidos como si fuera otra persona, a pesar de su gran tamaño y fuerza Pioter era un hombre muy sensible con un pasado doloroso que no quería arrojar a la luz.

-Mi madre era una Maid en casa de la familia Lanuit hasta el último de sus días sirvió lo mejor que pudo a mi madre Lord Asriel Lanuit primero, ella me enseño que esa es la forma de amar, plenamente y sin miedos, así amo a mi hermano, pero la vida nos ha jugado sucio quizá es cierto que la familia Lanuit esta maldita - sonrió para borrar cada gota dramática en su historia, como su pudiera hacer que Aoi olvidara cada palabra que el joven había pronunciado.

Se giro a si Aoi y hizo una reverencia, la verdad que estar medio desnudo frente a ella le incomodaba un poco, pero la verdad es que en ella encontraba una persona fuerte que quizá podría entenderla, una persona que hacia que no se sintiera solo, alguien con quien no tenia por que fingir ser otra persona y por primera vez en mucho tiempo no sonrió de manera perfecta y radiante ... simplemente sonrió -discúlpeme por decir todo esto Hiryu-sama, no fue mi intención molestarla. agradezco su ayuda y atenciones-

Aoi escuchó sus palabras con suma atención sin cambio en su semblante. Ahora comprendía en gran medida lo que ocurría entre aquel par de hermanos que momentos antes se habían debatido en medio del pasillo de la academia. La historia de Pioter era el resultado de un romance prohibido. Si en ese momento le hubieran pedido apostar por saber la historia hubiera dicho sin dudar que la madre de Alex era la esposa legítima de Lord Asriel Lanuit mientras que la madre de Pioter, más que su maid, era su amor verdadero. Lamentablemente ésta no era la única ocasión en la que escuchaba situaciones parecidas... en su círculo social abundaban las veces en que las cosas no salían como se esperaba… y ella misma temía verse encerrada en un matrimonio sin amor y con el corazón puesto sobre su propio mayordomo… no… aquel era un lujo que una Hiryu no podía darse.

Al ver la sonrisa del muchacho ella misma se sorprendió, era una sonrisa diferente a la que había mostrado hasta ahora y por un segundo pensó que esa sonrisa era la mejor que Pioter tenía.

- Pioter san, debería sonreír de esta manera todos los días- terminó por levantarse para caminar con paso lento hacia la ventana – su ojou sama sería muy feliz si pudiera ver esa sonrisa – Aoi lo sabía por experiencia, que una sonrisa sincera valía más que mil sonrisas perfectas y fingidas-tendré en mente lo que me ha dicho… porque no creo que Lanuit sama se detenga y yo no puedo permitir que siga haciendo su voluntad en St. Lucia... además... me temo que la historia se repita… - se arrepintió tan pronto como había dicho las últimas palabras, pero ¿qué más daba? Seguramente Pioter sabía bien a lo que se refería y si no lo sabía no le daría mayor importancia.