Paseo en el medio día [Priv. Nathan]

Las flores no habían florecido y todo estaba como muerto. A pesar de los cuidados que el jardín parecía llevar consigo, era inevitable notar esa sensación de vacío al pasear, con un par de prendas más de abrigos y caminando en la soledad... era triste, pero a la vez un momento de relajación, ideal para alguien como Shuu.

Desde su llegada todo había sido una locura: el nuevo ambiente y el cambio de amo, el trabajo, el papeleo y... las disputas familiares. A pesar de estar tan alejada de aquellos seres, no podía evitar que aquellos le llamaran para preguntarle si situación por protocolo, aunque no les interesara lo más mínimo su estado. Ella era la maldita niña que había acarreado tantas cosas malas desde su nacimiento, ¿cómo iban a tratarla bien?

Alejó esos pensamientos de su cabeza. Sacudió la cabeza y empezó a acariciarse el cabello blanco y largo, a la vez que se arreglaba y presentaba bien su traje de maid. No era la ropa más cómoda del mundo para ella, con su poca feminidad, pero aun así no estaba nada mal.
Se paró en cierto punto del jardín, sentándose en un banco que había para contemplar la plenitud de la oscura mañana. El cielo se estaba nublando, pero afortunadamente había conseguido un paraguas transparente, que le había dejado una compañera suya.

Se estiró lentamente pero con elegancia, haciendo que sus músculos se re-activaran. Una maid debía ser perfecta en todo lo que hiciera y esperaba que nadie la hubiera visto, pues Shuu era alguien de grandes preocupaciones. Ese afán de perfección le había perdido numerosas veces. Entrecerró los ojos, acariciando el paraguas de plástico.

No sabía hasta qué punto el cambio de aires había sido bueno.

No pasó demasiado rato hasta que la tranquilidad del momento se vio "perturbada". Alguien se plantó delante de ella, y sabía su nombre.
Shuu alzó la vista lentamente, hasta mirarle durante unos segundos. El rostro de aquel chico le sonaba mucho, era como si ya lo hubiera visto antes... y supo dónde; en la ficha que le dieron al asignarle un alumno de St. Marcus. ¿Así que él era...?

-¿... Nathan Bloodworth? - Dijo con su característica tranquilidad, pero con seriedad. Se mostraba totalmente fría y competente. Atendiendo a las circunstancias parecía ser que sí era él, así que rápidamente se levantó, inclinándose ligeramente en una reverencia.
-El placer es mío, amo.-Siguió como un tono de respeto, aún con su cabeza agachada ante aquel chico, que si su memoria no fallaba era el que sería su amo en su estancia.- Es un honor para mi encontrarnos aquí.

Una ráfaga de viento recorrió el lugar, haciendo que el larguísimo cabello plateado de la muchacha se ondeara al son. Se incorporó entonces, con sus manos recogidas delante de su cuerpo, sosteniendo el paraguas, y mirando con su único ojo descubierto al chico.

Nathan parecía alguien entero y coherente, una persona tranquila con la que poder convivir pacíficamente, justamente el tipo de amo que ella había deseado. Desde que le dieron la ficha de aquel chico, había estado impaciente: ¿sería un niño mimado, alguien con quien perdería los nervios? Era el mayor temor de Shuu, que su estancia en la academia fuera casi peor que en la casa donde había servido antes... por eso debía volcarse en él.

La primera orden que él le había dado era fácil, y aunque Shuu era también novata en la academia, creía poder guiarle con toda la certeza que se le permitía.

-Como mande, amo.- Dijo en primer lugar, como señal de respeto, mientras hacía otra ligera reverencia. En sus ojos se podía leer la seriedad y la dedicación, pero en el interior se sentía nerviosa... después de todo, los hombres no eran algo que le gustaran mucho, más bien les tenía un cierto sentimiento de profundo respeto... o miedo.

Avanzó un par de pasos.
-Bien, como el Sr. Bloodworth sabrá, estamos en los extensos jardines de la academia. Es fácil perderse por aquí, así que le agradecería que tuviera cuidado...- Comenzó, presentando primero el lugar. Ella misma se había perdido varias veces. Después señaló hacia la derecha.- Si sigue hacia esa dirección, encontrará la academia St. Lucia. De todas formas, está a bastante distancia de donde nos encontramos.- Después, señaló hacia la dirección contraria.- ... Y como sabrá, por ahí está nuestra Academia, St. Marcus.-

Shuu se acercó a él con paso ligero.
-Siento comunicarle que las demás zonas no las he examinado, así que no sabría decirle nada sobre ellas. Lamento mi falta.- Después, la maid se excusó haciendo una reverencia.

Con un gesto de cabesa, Nathan restó importancia al hecho de que ella no conociera todo el lugar. Pero tras sus últimas palabras, se acercó aún más a Shuu...

El cuerpo del joven se desplazaba cual suave hoja de papel ante la vida de sus ojos puros, aquel rayo que había despertado la esencia de algo más allá de la simple visión humana, teñida con los recuerdos que intentaban aterrar su conducta mediante la estupidez de la invención de la maldad. Quizás era algo más profundo, aquella ocasión era algo más de lo que su suave carcasa humana dejaba ver a la luz...

Con suavidad, posó su mano en el hombro de Shuu - Por favor, llámame Nathan. Vamos a estar mucho tiempo juntos, y no creo necesarias las formalidades - Fue entonces cuando una tímida media sonrisa difuminó su cara de forma hermosa, e hizo que las palabras tiñeran de blanco una preciosa flor interior... se le hacía difícil mantenerse serio mientras hubiese tantas cosas por delante... demasiado difícil. Quizás esto sea error que corregir. - Ahora, si te apetece, podrías ayudarme a explorar estos jardines -